Versión de Silvia Ulrik y Roberto Echepare
Mírense en el ejemplo de aquellas mujeres de Atenas
Viven para sus maridos, orgullo y raza de Atenas
Cuando amadas, se perfuman
Se bañan con leche, se arreglan sus melenas
Cuando fustigadas, no lloran
Se arrodillan, piden imploran, más duras penas cadenas
Mírense en el ejemplo de aquellas mujeres de Atenas
Sufren por sus maridos, poder y fuerza de Atenas
Cuando ellos embarcan, soldados
Ellas tejen largos bordados mil cuarentenas
Y cuando ellos vuelven sedientos
Quieren arrancar, violentos, caricias plenas obscenas
Mírense en el ejemplo de aquellas mujeres de Atenas
Se desvisten para sus maridos, bravos guerreros de Atenas
Cuando ellos se llenan de vino
Acostumbran buscar el cariño de otras falenas
Pero al fin de la noche, en pedazos
Casi siempre vuelven a los brazos, de sus pequeñas Helenas
Mírense en el ejemplo de aquellas mujeres de Atenas
Engendran para sus maridos, los nuevos hijos de Atenas
Ellas no tienen gusto o deseos
Ni defectos ni cualidades tienen miedo apenas
No tienen sueños, sólo tienen presagios
De su hombre, mares, naufragios, lindas sirenas morenas.
Mírense en el ejemplo da aquellas mujeres de Atenas
Temen por sus maridos, héroes y amantes de Atenas
Las jóvenes viudas marcadas
Y las gestantes abandonadas no hacen escenas
Se visten de negro, se encogen
Se conforman y se recogen, a sus novenas serenas
Mírense en el ejemplo de aquellas mujeres de Atenas
Se secan por sus maridos, orgullo y raza de Atenas